jueves, 22 de junio de 2017

El animal que se convirtió en dios

¿Alguna vez os habéis preguntado por qué los bebés humanos son desvalidos y dependen durante años para su supervivencia de sus padres mientras que por ejemplo un gatito a las pocas semanas se separa de la madre para ir a buscar comida por su cuenta? La respuesta está en la evolución.

Adaptarse a la posición erguida para liberar las manos y tener una visión más amplia fue todo un reto y el ser humano pagó con dolores de espalda y tortícolis, aunque fue peor para las mujeres: una andadura erecta requería caderas más estrechas, lo que redujo el canal del parto. La muerte en el momento de dar a luz se convirtió en un riesgo importante para las hembras humanas. A las mujeres que parían antes, cuando el cerebro y la cabeza del niño eran todavía relativamente pequeños y flexibles, les fue mejor y vivieron para tener más hijos. De manera que la selección natural favoreció los nacimientos más tempranos.

Es por ello que en comparación con otros animales, los humanos nacemos prematuramente, cuando muchos de nuestros sistemas vitales están todavía poco desarrollados.

Esta es una de las muchas anécdotas que relata Yuval Noah Harari en su historia del Homos sapiens, el animal que se convirtió en un dios.


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